La cirrosis es el estadio al que llega el tejido hepático tras sufrir episodios de inflamaciones (hepatitis) en repetidas ocasiones.

A la inflamación le sigue una cicatrización o fibrosis, de modo que el tejido sano y funcionante es sustituido lentamente por bandas de cicatrices. La superficie lisa y blanda del hígado se transforma en abollonada y dura.

Estas cicatrices, por una parte, no desarrollan la función del tejido hepático sano, con lo cual disminuye la actividad de laboratorio necesaria para el organismo. Además estas cicatrices, dificultan la circulación de la sangre dentro del hígado, lo que dará lugar a su estancamiento en las venas de abdomen, complicación que se llama hipertensión portal.

La hepatitis aguda que se perpetúa más de 6 meses pasa a ser una hepatitis crónica. La cual puede evolucionar a cirrosis compensada, que a su vez si persiste la inflamación puede descompensarse. El hígado cirrótico tiene más probabilidades de desarrollar un hepatocarcinoma, es decir cáncer de hígado.

¿Cuáles son los síntomas?

La cirrosis es una enfermedad con una expresión muy variable dependiendo de la gravedad. En los estadios iniciales puede que no ocasione ningún síntoma. Con el progreso de la enfermedad irán apareciendo los siguientes:

Cansancio, falta de apetito, debilidad, perdida de peso, venas en forma de araña en la piel, aumento de las mamas en el hombre, disminución del tamaño testicular, enrojecimiento de las palmas de las manos, aumento del tamaño de las glándulas salivales en las mejillas.

Posteriormente si la cirrosis sigue evolucionando se añadirán los síntomas de las complicaciones.

Complicaciones

Edemas y ascitis: acumulación de líquido en las piernas y el abdomen.

Moratones y sangrados.

Ictericia: Consiste en el tinte amarillo de la piel y los ojos.

Prurito: Es el picor en la piel

Encefalopatía hepática: cambios de la personalidad como atontamiento, confusión, agitación, somnolencia y coma.

Varices esofágicas.

Estadio preneoplasico: mayor probabilidad de desarrollar cáncer de hígado.

¿Cuáles son las causas de la cirrosis?

Todo aquello capaz de producir inflamaciones repetidas en el hígado puede causar cirrosis puesto que ésta es el estadio final tras sucesivas cicatrizaciones.

Las principales causas en nuestro medio son el alcohol y la hepatitis crónica C.

Menos frecuentes son: la hepatitis crónica B, la hepatitis autoinmune, la esteatohepatitis no alcohólica, la obstrucción de los conductos biliares, enfermedades hereditarias como la hemocromatosis, etc.

¿Cómo se hace el diagnóstico?

Generalmente se llega al diagnóstico:

  • Mediante la historia clínica y la exploración física.
  • Análisis de sangre exhaustivos.
  • Ecografía Abdominal
  • Fibroscan y/o Biopsia hepática junto con los datos de los análisis y la ecografía se puede deducir si la persona ha llegado al estadio de cirrosis.

¿Cuál es el tratamiento?

El tratamiento depende de la causa que originó, del estadio en el que se encuentre, si ya hay o no complicaciones.

En la cirrosis ocasionada con el consumo excesivo de alcohol el tratamiento consiste en que el paciente abandone completamente el alcohol.

El tratamiento de la cirrosis relacionada con hepatitis crónica viral (virus C o virus B) se basa en medicaciones que suprimen la replicación viral.

Por otro lado se tratarán de manera específica las complicaciones que surjan.

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