¿Qué son y para qué sirven los triglicéridos?

Casi todo el mundo conoce la existencia del colesterol, y puede que haya tenido la ocasión de observar que frecuentemente los médicos al solicitar un análisis de colesterol, piden también “los triglicéridos”. Pero, ¿qué son los triglicéridos?.

Habría que decir que los triglicéridos es la forma más eficiente que tiene el organismo de almacenar energía: esto es, en forma de grasa. Pues bien, lo que almacenan las células constituyentes del tejido adiposo, que son las que conforman “la grasa”, son los triglicéridos.

Desde un punto de vista bioquímico sería la unión de tres ácidos grasos a una molécula de glicerina (o glicerol).

Pero para que la grasa llegue a constituirse como depósito de energía es preciso su transporte previo por la sangre. La concentración de esos triglicéridos que están siendo transportados por nuestra circulación son los “triglicéridos” que aparecen en nuestros análisis de sangre.

¿De dónde obtenemos los triglicéridos?

En circunstancias normales, los triglicéridos proceden de los ácidos grasos que absorbemos a través del intestino procedente de los alimentos y de los que el hígado es capaz de elaborar. Los triglicéridos pasan a la sangre desde ambos órganos, siendo transportados por unas proteínas especialmente diseñadas para ello: las lipoproteínas.

Se denominan quilomicrones a las lipoproteínas ricas en triglicéridos originadas en el intestino tras una comida, mientras que el hígado sintetiza otras proteínas para transportar triglicéridos denominadas VLDL, que son las siglas en inglés “de lipoproteínas de muy baja densidad”.

En el análisis de sangre aparece bajo la denominación genérica de triglicéridos la suma las concentraciones en plasma de los triglicéridos aportados por los quilomicrones y por las VLDL.

¿Por qué es importante mantener un nivel adecuado de triglicéridos?

Fundamentalmente por dos motivos. El primero es que cifras muy altas de triglicéridos en sangre pueden causar una pancreatitis aguda, que es una enfermedad caracterizada por la inflamación del páncreas, que cursa con dolor abdominal importante, y que somete al sujeto que la padece a un alto riesgo de morir en poco tiempo si existen complicaciones de este proceso, lo que ocurre en aproximadamente uno de cada diez pacientes.

La segunda causa es que se sabe actualmente que los triglicéridos son un factor independiente de riesgo cardiovascular, si bien en una magnitud inferior a la que produce el colesterol. No obstante, aun manteniendo éste en los límites adecuados, los triglicéridos comportan lo que denominamos un riesgo lipídico residual o remanente, que no es otra cosa que la posibilidad complementaria de sufrir una enfermedad cardiovascular pese a tener un nivel “normal” de colesterol.

¿Cuál es el nivel de triglicéridos adecuado?

Podríamos decir que depende del riesgo que queremos evitar. Así, se sabe que a partir de los 500 mg/dl, nivel considerado como muy alto, el riesgo de desarrollar una pancreatitis se incrementa. Por encima de 200 mg/dl se consideran ya elevados y constituyen un factor de riesgo cardiovascular. El nivel normal deseable es aquel menor de 150 mg/dl. Entre 150-200 sería limítrofe alto.

¿Qué podemos hacer si tenemos altos los triglicéridos?

Consulte con su médico de atención primaria. Él le orientará sobre el probable origen de esa elevación e iniciará el oportuno tratamiento dietético, que puede ser complementado con fármacos.

También juzgará si por su cuantía, o por la necesidad de un diagnóstico de precisión, precisa ser remitido a nuestra Unidad de Lípidos. En principio, dado que la causa más frecuente es el sobrepeso o la obesidad, reducir peso mediante una dieta baja en calorías es la medida más eficaz. Bajar un 5-10% del peso equivale a reducir un 20-30%, y en ocasiones normalizar, los niveles altos de triglicéridos.

Es conveniente que esa dieta no sea excesivamente rica en hidratos de carbono y debe ser pobre en azúcares refinados y fructosa, pues el organismo tiende a convertirlos en triglicéridos. También el alcohol está contraindicado en las hipertrigliceridemias, por lo que hay que prescindir de él si se tienen altos los triglicéridos.

¿Qué hacer para tratar la HF?

Dado el elevado riesgo que corren los individuos con HF de sufrir una enfermedad coronaria, es muy importante adoptar hábitos de vida saludables como el ejercicio físico regular, la alimentación adecuada y el no fumar o dejar de hacerlo. Así mismo, es imperativo reducir lo más posible los niveles de colesterol mediante el oportuno tratamiento dietético complementado con el farmacológico.

El grupo de fármacos más eficaz para bajar la colesterolemia son las llamadas estatinas, cuya acción consiste en aumentar los “receptores” que retiran de la sangre las partículas de colesterol. La eficacia de estos medicamentos está muy contrastada, obteniéndose mejores resultados con las moléculas de diseño más reciente.

En nuestra Unidad de Lípidos también hemos tenido la ocasión de probar un incremento de su potencial hipocolesterolemiante mediante su asociación a otros fármacos que disminuyen la absorción del colesterol de la dieta.

Dada la agregación familiar de este padecimiento, las autoridades sanitarias han concedido a los pacientes con HF que solo paguen una pequeña parte del costo de las estatinas y de los fármacos que inhiben la absorción del colesterol. La Rioja, ha sido de las comunidades más precoces en la aplicación de esta subvención que está vigente desde hace casi diez años, precisando del oportuno informe que emitimos a la Inspección de Farmacia desde nuestra Unidad de Lípidos.

Pero para poder tratar eficientemente, hay que descubrir a aquellas personas susceptibles de padecer HF antes de que debuten con un infarto o una angina. Por eso es imprescindible el oportuno análisis de los familiares de todos los portadores de una HF.

Su detección precoz supondría un importante ahorro, tanto en vidas como en gasto sanitario. En este sentido asociaciones de enfermos de HF como la Fundación Hipercolesterolemia Familiar (www.colesterolfamiliar.org) realizan campañas de información y promueven acciones para mejorar la calidad de vida de los afectados.

¿Cuál será el tratamiento del futuro?

Aunque hoy sea puramente especulativa su predicción, al ser la presentación más común una enfermedad derivada de la mutación de un solo gen y a su alta prevalencia, la HF es una de las más serias candidatas a ser de las primeras enfermedades que se intenten curar de una forma definitiva por la “Terapia Génica”.

La Terapia Génica consistiría en remplazar el gen anómalo mediante la introducción de una secuencia de ADN correcta, que diera lugar a la formación de receptores del colesterol sin defectos. Con ello, los niveles de colesterol serían los propios de individuos no afectos de HF.

Sin embargo, la biotecnología que permita su correcta aplicación deberá salvar muchos problemas metodológicos hasta asegurar un tratamiento fiable y sin efectos indeseables.

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