Los accidentes de tráfico constituyen una de las primeras causas de mortalidad en nuestro país y el consumo de sustancias que afectan a la capacidad de conducción influye en muchos de estos accidentes.

La mayoría de los conductores conocen el efecto del alcohol y las drogas, sin embargo hasta el 80% de quienes consumen medicamentos que pueden influir en la conducción desconocen esta circunstancia.

El tratamiento con ciertos medicamentos puede ocasionar efectos, tanto terapéuticos como adversos, que pueden disminuir la destreza necesaria para conducir un vehículo.

Es bien conocido que la administración de agentes psicótropos (benzodiacepinas, especialmente) que se utilizan como tranquilizantes o hipnóticos, y los antihistamínicos para el tratamiento de alergias,  aumentan el riesgo de sufrir un accidente de circulación.

Se sabe que en un 10% de los casos, los fallecidos o heridos habían consumido algún medicamento con efecto psicoactivo. 

La Unión Europea exige desde 1992 que los medicamentos que se comercialicen en los países miembros se clasifiquen en tres categorías según su capacidad para alterar la conducción de vehículos:

Categoría Características del medicamento Grado de alcoholemia considerado equivalente
I Presumiblemente seguro < 0,2 g/l
II Produce efectos adversos leves o moderados 0,2-0,5 g/l
III Produce efectos adversos graves 
o potencialmente peligrosos
> 0,5 g/l

Sin embargo la normativa española sólo exige que en los prospectos de los medicamentos figuren “los posibles efectos sobre la capacidad para conducir un vehículo” fundamentalmente somnolencia o reducción de reflejos.

Algunos efectos de los medicamentos que pueden influir en la conducción son:

  • Somnolencia y/o efecto sedante.
  • Reducción de reflejos y aumento del tiempo de reacción.
  • Alteración de la percepción de las distancias.
  • Hiperactividad e hiperreactividad.
  • Alteración de la capacidad visual o auditiva.
  • Pérdida de coordinación motora, espasmos y otras alteraciones a nivel muscular o neuromuscular.
  • Confusión, aturdimiento, alucinaciones o modificaciones del comportamiento.

Además debe tenerse en cuenta la capacidad del tratamiento para mantener controladas determinadas patologías que pueden interferir, en mayor o menor grado, con la capacidad de conducción como por ejemplo demencia, Parkinson, epilepsia o trastornos psiquiátricos, diabetes, enfermedades cardiovasculares etc.

Entre los medicamentos que implican un mayor riesgo en la conducción están los siguientes:

Benzodiazepinas

Los fármacos con un mayor efecto negativo sobre la conducción son las benzodiazepinas. Producen sedación, disminución de los reflejos, alteración de la coordinación, del control de los movimientos y de la capacidad de seguir un objetivo móvil.

Se desaconseja conducir durante las primeras horas siguientes a la administración de estos medicamentos. El paciente debería ser advertido de que el riesgo de accidente aumenta cuando se conduce bajo tratamiento con benzodiacepinas.

Antihistamínicos clásicos o de primera generación

Producen somnolencia, visión borrosa, alteraciones visuales y alucinaciones. La conducción esta desaconsejada cuando se esta bajo tratamiento con antihistamínicos de primera generación.

El riesgo se considera inferior con los de segunda generación (ebastina, loratadina, cetirizina); aunque, al no estar desprovistos por completo de actividad sobre el SNC, podrían afectar la capacidad de conducir vehículos, aunque en menor medida que los anteriores.

Antidepresivos

Sedación, problemas de acomodación, hipotensión ortostática, fatiga, vértigos, alteraciones del comportamiento.

Antiepilépticos

Pueden producir somnolencia, letargo, estados de confusión o aturdimiento, pérdida de memoria o concentración. Y la propia epilepsia  puede alterar las funciones motoras y cognitivas de los pacientes.

Neurolépticos

Somnolencia, sedación y visión borrosa.

Analgésicos opiáceos

Euforia, sedación, vértigos, disminución de la concentración y de las facultades cognitivas, pasividad.

Algunas recomendaciones generales

  • Antes de conducir, procure conocer cómo “reacciona” ante la medicación que está tomando. Si observa que ésta influye sobre sus reflejos, capacidad de concentración, o le produce excesiva somnolencia... indíqueselo al médico o farmacéutico y evite conducir.
  • Recuerde que la “reacción” del organismo a los fármacos es más manifiesta en los primeros días de tratamiento, y en especial en las primeras horas después de la ingesta del fármaco.
  • Siga siempre las instrucciones del médico y farmacéutico sobre cómo utilizar la medicación.
  • Recuerde que tomar alcohol y fármacos conjuntamente puede incrementar sus efectos adversos (mayor sedación y somnolencia, pérdida de reflejos....). Una mínima cantidad de alcohol puede influir negativamente sobre la capacidad de conducción. Por lo que a la hora de conducir, “alcohol cero”.
  • Si tiene que conducir de manera habitual, comuníqueselo al farmacéutico cuando este le vaya a dispensar la medicación con el fin de conocer si la misma pudiera interferir su capacidad de conducción.
  • Tenga en cuenta que el conducir bajo el efecto de sustancias que interfieren con sus condiciones psicofísicas (alcohol, drogas de abuso, algunos fármacos) es un gran riesgo para sus acompañantes y para el resto de conductores.

No conduzca si siente u observa los siguientes signos de alerta:

  • Aparición de visión borrosa o doble
  • Dificultad para concentrarse o permanecer alerta
  • Sorpresa ante acontecimientos habituales del tráfico (p.ej. frenazo ante un stop o semáforo en el último momento)
  • Dificultad para recordar cómo se ha alcanzado el destino
  • Dificultad para mantener una trayectoria recta
  • Frecuentes invasiones de la calzada contraria o conducir por el centro de la carretera
Etiquetas: