Marina Gil Albert Górriz. Fisioterapeuta

El pasado 29 de mayo se conmemoró el Día Mundial de la Esclerosis Múltiple, la enfermedad neurológica crónica más habitual en mujeres de entre 20 y 40 años y que padecen cerca de dos millones y medio de personas en el mundo, más de 55.000 en España y 360 en La Rioja.

La esclerosis múltiple sigue siendo a día de hoy una enfermedad desconocida para la mayoría de la población, a pesar de ser la enfermedad neurológica más común en personas adultas jóvenes. Seguramente, entre otras cosas, porque afecta de manera diferente a unas y otras personas. Se define como una patología que afecta al sistema nervioso central, que son aquellas estructuras que se encargan de capturar e integrar estímulos para que podamos relacionarnos eficazmente con lo que nos rodea. En la esclerosis múltiple las células inmunitarias atacan, en una reacción anormal, la sustancia que recubre los nervios, llamada mielina. Este hecho produce que el impulso nervioso se enlentezca, produciendo así una serie de síntomas. Por esto, depende de en qué parte del sistema nervioso ataquen estas células, esa persona manifestará unos síntomas u otros. Estos síntomas pueden ir desde fatiga muy acusada hasta falta de equilibrio, alteraciones sensitivas, debilidad o rigidez muscular, alteraciones visuales y cognitivas o dificultades del habla. No es contagiosa, ni hereditaria, ni mortal y actualmente no se conoce cura.

El trabajo de los fisioterapeutas, en el tratamiento de la rehabilitación multidisciplinar, es clave para implementar un programa de ejercicio terapéutico como parte de su rehabilitación y del tratamiento preventivo de complicaciones, dirigido siempre según las características personales de cada afectado, para mejorar así su calidad de vida. La prescripción de ejercicio debe ser muy individualizada, de modo que se responda a las demandas en función de los síntomas presentes, teniendo en cuenta factores como, por ejemplo, la edad, la fase de la enfermedad o el grado de discapacidad. La figura del fisioterapeuta es clave para implementar un programa de ejercicio terapéutico dirigido a las características personales de cada persona afectada, que debe ser controlado, monitorizado y modificado con regularidad.

El Colegio Americano de Medicina Deportiva (ACMS), ha descrito los beneficios aportados por cada tipo de ejercicio, como son:

  1. Entrenamiento de resistencia o aeróbico

El entrenamiento de resistencia moderado ha demostrado mejoría de fuerza muscular en las extremidades, así como con beneficios funcionales relacionados con la velocidad de la marcha, fati­ga o calidad de vida.

La ACSM recomienda que ejercicios como bicicleta estática, caminar y ejercicios aeróbicos de bajo impacto sean realizados tres veces a la semana durante al me­nos 30 minutos. Los 30 minutos pueden ser acumulados a lo largo del día, por ejemplo, reali­zando tres sesiones de 10 minutos o dos sesiones de 15. La progresión del entrenamiento debe ser creciente, empezando con intensidades bajas e incrementándolas según cada persona.

  1. Entrenamiento de fuerza

El entrenamiento de fuerza es importante para paliar la debilidad muscular que puede generar la esclerosis múltiple.

Al principio se pueden realizar ejercicios con un equipamiento mínimo, tal como bandas de estiramiento, sacos de arena, o el propio peso corporal, con un número de repeticiones determi­nado por el nivel de fatiga.

Para individuos con escaso o ningún déficit motor, se deben realizar ejercicios múltiples para los grandes grupos musculares. Este programa puede incluir de 1 a 3 bloques de 10 a 15 repe­ticiones realizados en 2 o 3 días a la semana no consecutivos. Se deben realizar ejercicios en un completo rango de movimientos, alcanzando una fatiga moderada al final del tercer bloque.

Además, con el entrenamiento de fuerza, se consigue realizar ejercicio físico de intensidades moderadas-altas sin aumentar la temperatura corporal en exceso y, por tanto, reduciendo la posibilidad de aparición del fenómeno de Uhthoff.

  1. Entrenamiento de flexibilidad

Realizar estiramientos a diario es una de las recomendaciones más frecuentes para personas que padecen esclerosis múltiple.

La ACSM recomienda que se realicen ejercicios de estiramiento una o dos veces al día dependiendo del nivel de actividad de la persona y del grado de espasticidad. La mayoría de los estiramientos deben mantenerse entre 30 y 60 segundos, y repetirse de tres a 5 veces.

Las personas con espasticidad severa o contracturas pueden requerir ejercicios de estira­miento que duren un tiempo más prolongado.

Para concluir, podemos decir que el tratamiento de rehabilitación multidisciplinar en el que la persona afectada sea sujeto activo en su propio bienestar es fundamental para mejorar la calidad de vida en personas que padecen esclerosis múltiple. El ejercicio terapéutico activo pautado y controlado por un profesional de la salud debe der parte del tratamiento de rehabilitación eficaz.