Juan Carlos Pérez Jiménez
Periodista, sociólogo y autor del libro ‘La mirada del suicida. El enigma y el estigma’
Desde hace once años el suicidio se ha convertido en la primera causa de muerte no natural en España.
‘El suicidio tiene una tradición histórica como pecado y como delito que lo ha convertido durante siglos en un tabú’
Desde hace once años el suicidio se ha convertido en la primera causa de muerte no natural en España. Algunos pasan como accidentes y según diversos expertos son más de los que señala el Instituto Nacional de Estadística: 10 al día y cerca de 20 intentos cada jornada. Un verdadero problema de salud y una realidad en ocasiones ignorada por los medios de comunicación. Un dolor silenciado que comparten tanto los afectados, que sienten que no tienen otra salida porque no encuentran la forma de enfrentarse a sus pensamientos y emociones, como los ‘supervivientes’ (familia, amigos…). Con motivo de la conmemoración, el próximo lunes 10 de septiembre, del Día Mundial de la Prevención del Suicido hablamos Juan Carlos Pérez, periodista, sociólogo y autor del libro ‘La mirada del suicida. El enigma y el estigma’ que gracias al Teléfono de la Esperanza de La Rioja ofrecerá una charla el próximo miércoles 12 de septiembre a las 19.30 horas en el Centro Caja Rioja-Bankia Gran Vía.
El suicidio en España es ya la primera causa de muerte no natural y una cuestión de salud pública. Entonces, ¿por qué sigue siendo un tabú social del que no se habla?
Se trata de un problema de salud pública de proporciones trágicas ya que unas 10 personas se suicidan en nuestro país cada día, lo que suma un total de 3.600 muertes aproximadamente cada año. El suicidio tiene una tradición histórica como pecado y como delito que lo ha convertido durante siglos en un tabú. Ahora está asociado con la enfermedad mental, con su estigma correspondiente, pero todos somos susceptibles de padecer algún tipo de trastorno psíquico, ya sea crónico o pasajero, por lo que la consideración marginal del suicidio ya debería haber desaparecido. Pero no es así, de hecho todas las cuestiones relacionadas con la salud mental están teñidas parcialmente de ese estigma social que nos lleva a ocultarlas o a quitarles importancia, a no abordarlas con la misma determinación con la que tratamos los problemas del cuerpo.
¿Por qué no existen campañas de prevención del suicidio similares a las que se hacen en otros ámbitos (tráfico, drogas, alcohol, bullying, violencia de género…)?
Para la prevención del suicidio lo primero que habría que hacer sería prestar atención a la salud mental desde un ámbito interdisciplinar, con una concienciación de su importancia que llegue a las familias, a las escuelas y a los profesionales del sistema de salud. Por lo que respecta a campañas de prevención, el suicidio no deja de estar relacionado con esas otras conductas o prácticas sobre las que sí se hacen campañas, como el bullying, el consumo de drogas y alcohol o la violencia de género. Incluso muchos accidentes de tráfico son suicidios encubiertos. Algunos países hacen ya campañas específicas de prevención del suicidio que pueden ayudar, pero para combatirlo, se necesitan planes de salud pública que aborden la salud mental con un mayor alcance.
El tratamiento informativo del suicidio genera un importante debate entre los profesionales de los medios de comunicación debido al temido ‘efecto imitación’¿qué le parece esta posición?¿Cree que debería abordarse desde otra perspectiva?
Se trata de un tema muy delicado que ha generado mucho debate, pero las posiciones de las instituciones como la Organización Mundial de la Salud o de asociaciones de periodistas como PressWise, que han abordado directamente este tema, recomiendan un cambio con respecto a las prácticas que se venían utilizando años atrás. La idea de que el suicidio no es noticia porque puede activar un factor de contagio tiene una base que obliga a los periodistas a informar con mucha cautela, sin hablar nunca de métodos utilizados, ni hacer suposiciones de los motivos que han llevado a la persona a quitarse la vida, ni publicar fotografías, entre otras restricciones éticas. Y en la medida de lo posible, no se recomienda informar de casos particulares de muerte por suicidio, salvo que se trate de personas relevantes, en cuyos casos tampoco se recomienda ocultar la causa con un halo de misterio que se vincula con el tabú.Pero sí es importante que desde los medios de comunicación se aborde el problema del suicidio de manera genérica para fomentar su prevención.
¿Pero qué hay de cierto en el temido ‘efecto llamada o imitación’ que comentábamos?
El factor imitación, también conocido como efecto Werther, por la oleada de suicidios en Europa que género a finales del siglo XVIII la publicación de la obra de Goethe Las penas del joven Werther, es un asunto sobre el que los estudiosos están divididos. Algunos autores han tratado el suicidio como un virus social y esa posibilidad nos obliga, en todo caso, a informar alejándonos todo lo posible del sensacionalismo y de la mitificación, sin estigmatizar ni romantizar la causa de la muerte, especialmente en el caso de adolescentes o personajes públicos. Porque existe una diferencia vital entre informar con responsabilidad e ignorar una realidad que necesita ser visibilizada.
¿Se puede prevenir el suicidio?¿Existen señales de alarma?
La depresión se puede curar y el suicidio se puede prevenir. Ese es un mensaje claro que debe llegar a todos. Circulan falsos mitos en torno a las señales de alarma, como la idea de que si alguien habla de su intención de suicidarse es que no lo va a hacer. Síntomas como la depresión, el aislamiento, el insomnio, los trastornos alimentarios y de conducta, el abuso de sustancias, todo ello, nos puede alertar sobre la existencia de ideas autolíticas en la persona de que se trate, seamos nosotros, un familiar o alguien cercano. Lo importante en estos casos es iniciar la conversación, tratar el tema con franqueza y buscar ayuda profesional. Un factor común a casi todos los suicidios es el sentimiento de soledad y aislamiento, ese puede ser un indicador que nos oriente hacia la prevención.
En su libro ‘La mirada del suicida’ relata su experiencia personal, el dolor y la incomprensión ante el suicidio ¿cuáles son los estigmas a los que se enfrenta la familia yel entorno, también denominados ‘los supervivientes’?
La muerte de mi padre por suicidio nos sorprendió a toda la familia, a su mujer y a sus siete hijos, cogiéndonos a todos completamente desprevenidos. Vivimos una experiencia imposible de digerir en la que se mezclaban sentimientos como el profundo dolor, la rabia, el reproche o la incomprensión. Pero de todos estos sentimientos había uno contra el que me rebelaba, la vergüenza. Advertía el estigma social y el silencio que se genera en torno a una muerte por suicidio y sobrevolaban los tópicos sobre su naturaleza hereditaria y su carácter de maldición de sangre, que hacen más difícil aún el duelo de una pérdida de este tipo. Con este libro he intentado arrojar algo de luz sobre el proceso al que se tienen que enfrentar los familiares y personas afectadas de una muerte por suicidio, los llamados supervivientes. No existe un discurso que ayude a estas personas en el proceso de duelo y lo más frecuente es que se silencie, si se puede, la causa de la muerte. Incluso entre las propias familias se produce muchas veces un bloqueo en la comunicación que impide abordar la cuestión, con lo cual resulta más difícil todavía cerrar las heridas.
El lema de la ONG Teléfono de la Esperanza es ‘El dolor que no sale gime en el corazón hasta que lo rompe. Da palabra al dolor’¿es necesario este cambio de actitud frente al problema?
Es el único camino tanto para la prevención como para la elaboración de la pérdida. El poder de la palabra es inmenso.
Diferentes organizaciones como la OMS o la ONU señalan el suicidio como un problema de salud pública. ¿Estamos preparados para hacerle frente?¿Qué herramientas o programas son necesarios para lograrlo?
Hay mucho trabajo por delante para impulsar la prevención del suicidio y la promoción de la salud mental. Las promesas llevan demasiado tiempo en cartera. En el año 2012, el Congreso aprobó por unanimidad una Proposición No de Ley destinada a promover acciones y objetivos para la prevención del suicidio, pero seis años más tarde aún no se ha hecho nada. Tras el último cambio de Gobierno, ya se ha hablado de un Plan Integral para la prevención del suicidio, acompasado con una Estrategia Nacional de salud mental, tras identificar la ministra en su comunicado que el suicidio es la primera causa de muerte entre los jóvenes de entre 15 y 34 años, nada menos. El primer paso, la declaración de intenciones, ya se lleva dando mucho tiempo. Ahora hace falta ponerlo en práctica y traducirlo en medidas y actuaciones concretas.
Afortunadamente, además de las iniciativas a nivel nacional existen proyectos autonómicos y provinciales de prevención, como las jornadas y la campaña que se han organizado en La Rioja en torno al 10 de septiembre, Día Mundial de la Prevención del Suicidio, y la iniciativa de prevención dentro del III Plan de Salud Mental de la Comunidad Autónoma de La Rioja. A eso se suma la gran labor de prevención y apoyo que lleva haciendo en España una ONG como el Teléfono de la Esperanza desde hace décadas. Pero todo esto es insuficiente aún queda mucho camino por recorrer.
El próximo lunes 10 de septiembre se conmemora el Día Mundial de la Prevención del Suicidio ¿cuáles son las principales reivindicaciones de los afectados y colectivos que les atienden a las autoridades?
Sin erigirme en portavoz de esas reivindicaciones, creo que lo más relevante es aumentar la sensibilidad social y la visibilidad de las personas que sufren, ya sea porque están experimentando un proceso de ideación suicida o por tratarse de familiares que han experimentado una pérdida de muerte por suicidio, superando la dificultad que sigue suponiendo verbalizar estas experiencias. Hemos visto en estos últimos años como otras causas, como el acoso machista o la sensibilización hacia personas LGTBI, han encontrado un discurso público que contribuye a aumentar la conciencia sobre una realidad que a veces se prefiere ignorar. Confiemos en que un asunto como la salud mental y el sufrimiento que lleva a pensar en quitarse la vida, encuentre también un canal de comunicación que nos ayude a trabajar en la prevención y en amortiguar el sufrimiento de tantas personas.
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Guía para los profesionales Los Medios de Comunicación y el Suicidio
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